Educación Canina

Cuando tenes una cicatriz, ese parche que crece después de una herida. Cada vez que la ves, rememorás el momento en el que sucedió.

A mi me marcó una garrapata. Me picó, nos pico. 

 Determinó una línea de mi historia, donde apareció la muerte. Nuevamente la muerte como la caída de una columna interna que estructura nuestras vidas. En donde el primer reflejo instintivo es querer sujetarse de todo para evitar caerte o que todo se caiga.

Hay momentos en los que el dolor cala tan profundo que no podemos ni pensar.

Donde tenemos la oportunidad de barajar… Barajar, oler las cartas, sentir su aire en la cara y dar de nuevo.

Se rompieron varios cables que sostenían el puente, ese puente tan importante para mí, el que me conecta con seres de otras especies. 

Me encontré de cero escribiendo la historia, viviendo la historia que luego iba a escribir.

Me encontre del otro lado del océano, totalmente desencontrada, en donde tuve que aprender a aceptar ese presente. A rendirme, confiar y fluir con el.

Eso me fue dando fuerza, valor y con ello.. libertad

Me sorprendía sentirme así,  pero comprendí que cuando me encontraba libre podía amar incondicionalmente, estaba ahí, rodeada de vidas, de vidas de perros. Ninguno era mio y yo no pertenecía a ninguno. Pero eramos una gran red. Entraba en mi vida uno y salía otro. Lo que transmitía a ellos repercutía en sus familias y como consecuencia en mi y así a la inversa. 

Me iba encontrando con en desapego, con la valentía de soltar el control de aquello que es incontrolable, el Amor.

Amarlos libres. Que no son míos, no son tuyos. Son lo que son , Perros. 

Y volví a caer en la reflexión , en esta otra vuelta de espiral, pero esta vez un poco más profunda….

🙏🐕 ¡respetarlos como especie, no humanizarlos es el mejor regalo de amor y libertad que les podemos dar!